El 13 de marzo del 2013, tras veinticinco horas y media de cónclave, la
fumata blanca fluyó a través del tiro de la chimenea de la Capilla Sixtina. Un
nuevo papa había sido elegido, el número 266 de la historia, aunque el primero
en ser latinoamericano y jesuita. Jorge Mario Bergoglio: porteño de corazón
pero humanista de nacimiento.
Desde el momento de su ordenación dio a notar un tono muy austero, mucho
más que sus antecesores, y un estilo completamente único. Apareció en el balcón
central de la Basílica de San Pedro usando un simple atuendo blanco y una cruz
metálica en lugar del ostentoso traje que se usa normalmente y la cruz y el
báculo de oro.
Ahí empezamos bien... pero a casi un año de su elección, los cambios que
ha logrado con la iglesia son impresionantes. No son tanto los cambios, como
son los planes a futuro. Es uno de los pocos líderes que pueden presumir de su
falta de doble moral, y su congruencia palabras/actos. Aquí va la lista de las
cosas que ha hecho, o por lo menos de lo que ha hablado, desde que empezó su
papado:
- En primer lugar, Francisco I ha logrado llevar a la iglesia católica a una mayor austeridad. Es decir, ha reducido los gastos que tiene el Vaticano. Desde que vivía en Buenos Aires, tomaba el metro todos los días. Ha designado varios fondos a ayudar a la gente desamparada. En lo personal, negó el derecho de vivir en los palacios del vaticano, y en lugar de eso vive en la Casa de Santa Marta (comúnmente usada como residencia católica) en una habitación con una cama, un crucifijo, un baño y una salita. Además, expulsó a un obispo alemán que gastó casi 40 millones de euros en una nueva residencia (seis veces lo presupuestado).
- Por otro lado, ha abierto las puertas para la gente que “piensa diferente” a la iglesia. Por ejemplo, ya no condena a las personas homosexuales; acepta a los divorciados dándoles una “segunda oportunidad” dentro de la iglesia; no acepta, pero deja de juzgar el aborto; abre la puerta a otras religiones; y hasta aceptó que los ateos pueden ser buenas personas (a diferencia de lo que se pensaba en la iglesia antes). Le está dando un giro a la iglesia, empezando a abrir cajas que nunca se habían querido ni tocar dentro del Vaticano.
- Es un papa cercano a la gente. Ha cambiado las viejas tradiciones de exclusividad de las que gozaban los sumos pontífices, para tener una relación con todo aquel que sea posible. Habla con todos los trabajadores del vaticano, viaja en un coche común (en lugar del famoso PapaMóvil), come en el comedor general del vaticano, e incluso se dice que en las noches sale disfrazado de sacerdote común a hablar con la gente y llevarles comida a los indigentes. Invita a sus seguidores a acercarse a la iglesia, y a los sacerdotes a invitar y abrir las puertas a todos.
- Tiene una relación cercana
con los líderes de todo el mundo, incluyendo los de otras religiones. El
primer día de su papado mandó una carta al rabino jefe de Roma para
insistir en que ambas religiones se unan más. Ha viajado a muchos países, acercándose
a sus fieles en todos lados. Recibe y responde correspondencia. Hace
llamadas telefónicas random a maestros y alumnos para entrevistarlos…
Imaginense que suena el teléfono y es el papa, preguntando “¿qué hay de
nuevo?”.
En fin, el nuevo papa ha dejado muy claro que él sí que viene del nuevo
mundo. Y ha llegado a cambiar la iglesia por lo que esperamos que sea siempre.
Aunque aún hay muchos que no creen en él. Se le liga con acontecimientos “oscuros”
durante la dictadura de Argentina, en la que desvió la mirada de varias
personas desaparecidas. Quien sabe… lo que sí sabemos, es que es un papa
diferente y probablemente cambie tanto la iglesia, que nunca pueda llegar a ser
lo que era antes otra vez.
Ojalá llegue el día en que la iglesia sea lo que empezó siendo: una
institución que se encarga de las personas y su bienestar, nada más. Sin
meterse en temas políticos, económicos ni nada similar. Que busque únicamente un
acompañamiento al católico en su parte espiritual.